La incertidumbre y la rebeldía son parte de la inocencia de esta etapa, que el filósofo Paul Ricoeur llama segunda inocencia. Las hipótesis de la infancia quedan atrás, la ciencia comienza a ser el bastión de las respuestas, o mejor dicho, la ciencia y aquello que las y los adolescentes consideran como cierto. Se cuestiona, incluso, la verdad de los padres. Ya nadie tiene la verdad, solo ellas y ellos.
La duda toma un cariz individual en el que se manifiestan las intenciones de incidir en el mundo de dejar en claro la participación. El nivel de duda se profundiza: ¿Que pasaría si…? ¿Ya me pasó? ¿Puedo hacerlo de otra forma? ¿Por qué no? Preguntas que en su esencia llevan impresa la autodeterminación y la necesidad de dejar su huella.
En el colegio Santander consideramos que es necesaria una educación que contribuya al desarrollo de competencias amplias para mejorar la manera de vivir y convivir en una sociedad cada vez mas compleja. Esto exije considerar el papel de la adquisición de los haberes socialmente construidos, la movilización de saberes culturales y la capacidad de aprender permanentemente para hacer frente a la creciente producción de conocimiento y aprovecharlo en la vida cotidiana.